Va a morir mucha gente. Pronto, esta década. No lejanos: los que ves ahora caminar por la calle. Y es demasiado tarde para salvarlos.
Nadie afronta esto, no es agradable imaginar tal catástrofe. Pero ¿tienes tú al menos el valor de planteártelo?
Infórmate. No es una predicción agorera. Es un hecho aceptado por científicos y organismos internacionales: el colapso de la civilización es inminente y en los próximos años, de una u otra forma, la población se reducirá drásticamente.
Los fríos números lo demuestran. El planeta no puede sostenernos. La inmensa burbuja de consumo actual necesita de energía barata, del petróleo fácil de elevado rendimiento, y ya no queda. Las fuentes ahora disponibles (renovables y los combustibles fósiles cada vez más costosos de extraer) no rinden lo bastante para mantener esta civilización del derroche.
Una drástica reducción del gasto en el primer mundo permitiría alimentar a la humanidad; pero eso no va a suceder. Ya lo has visto. Enfermos de consumismo, nunca nos ha importado que nuestro lujo se pague con la sangre de otros.
Se extenderá la pobreza y el hambre, conforme la agricultura aumente su coste energético real. Epidemias fuera de control: los biólogos saben que los antibióticos están perdiendo la batalla y que un virus devastador ha de llegar. Desastres naturales provocados por el clima dañado. Y guerra, cuando las naciones traten de arrebatar a otros lo necesario.
¿No harán nada los gobiernos? Hay que satisfacer a los votantes, que quieren seguir consumiendo. Hay que obedecer al mercado, que ordena continuar el juego. Y principalmente ningún gobierno domina los recursos, que son del Capital.
Ellos, los amos del planeta, los dueños del Gran Capital, saben bien lo que está sucediendo. Y su decisión está tomada, simplemente siguiendo su propia lógica depredadora:
“La Tierra estará mejor con menos gente. Es una solución ecológica, una generación dura y luego a administrar un planeta menos poblado, una hacienda más agradable.
Por ley del mercado lo abundante es barato; baja su precio. Y ahora hay demasiada gente: sobra. El desarrollo de la robótica hace innecesaria tanta mano de obra.
¿Quiénes sobrevivirán? Los más dotados, los que han demostrado ser más sagaces que el resto. Nosotros.
Dejemos que cunda la pobreza, el hambre, la peste. Declaremos la guerra en áreas controladas, cada vez mayores. Gobiernos de mano de hierro donde haga falta mantener el orden. Una guerra civil mundial con la que, gracias a nuestro absoluto dominio de las comunicaciones, cualquiera que amenace nuestros privilegios pueda ser definido como terrorista y eliminado sin más problema.”
Su lógica lleva a sacrificar a la inmensa mayoría de la humanidad para tener ellos más, para dejar a sus herederos una Tierra libre de inquilinos. Así es como, envuelto en la niebla, comenzó su programa de exterminio. Miles de millones habían de morir, continentes enteros arrasados. Desiertos radioactivos donde antes hubo selvas y ciudades.
Te han engañado. Van a por ti, a por tus amigos, a por tu familia. Es una guerra a muerte. Un exterminio.