Alimenta a las ovejas para que se dejen esquilar. Pon fieles perros a guardarlas. Que no vean el matadero y desfilarán alegres cuando llegue su hora.
La negra sangre del planeta, la energía barata, regó una prosperidad sin precedentes. El capitalismo adormeció a la humanidad con una avalancha de bienes que parecía ilimitada.
Estómagos agradecidos, quienes tienen más acceso al dinero y las comodidades son los principales devotos del sistema y sus excelencias. “Capitalismo o pobreza”, dicen.
Luego están los otros, los desposeídos. Pero esos no importan: no tienen poder. A veces los ves en las noticias, países enteros dominados por la miseria. “Pobres, tienen que desarrollarse. Algún día serán como nosotros si se esfuerzan y su gobierno los lleva por el buen camino” afirma el dormido.
También cada vez más se infiltran en las metrópolis del ‘primer mundo’. Vagos, fracasados, extremistas antisistema que no han sabido buscarse un lugar y quieren destruirlo todo. Menos mal que la democracia sabe mantener el orden.
Todo está bien mientras dejes a los oligarcas seguir saqueando. Acepta su juego y quizá vivas cómodo un tiempo; protesta o trata de repartir riqueza hacia abajo, y te destruirán.
Leyes, justicia, cuerpos de seguridad. ¿A quién protegen? La hermosa teoría dice que a todos por igual. Pero piensa, despierta: Si se enfrentara la masa de ciudadanos contra los pocos que mandan ¿de qué parte estarían?
El Capital sigue necesitando más y más, y ya no sobra para repartir. La pobreza se extenderá, las protestas crecerán. La democracia es un escaparate cada vez más frágil: el estado policial va a imponerse. Y cada vez mayores zonas del planeta en abierta guerra civil, sin gobierno, con facciones enfrentadas, donde reine la ley del más fuerte (que son siempre ellos).
Gracias a las redes sociales, a las denuncias de injusticias y los mensajes revolucionarios compartidos por internet, ahora el sistema tiene ya localizados a los subversivos.
Te dirán que la crisis es pasajera. Te dirán que te adaptes, que los que mandan están buscando soluciones; que el sistema puede cambiarse usando sus mismas instituciones. Mentiras. Muerte. El inmovilismo lleva al desastre. Quien te diga que no hay nada que hacer ¡ese es tu enemigo!
Esos perros serán más culpables cuanto más conocimiento y más capacidad de decisión tengan: Gobiernos sumisos a los intereses del Gran Capital. Jueces que amparan a los poderosos frente a los débiles. Banqueros y directivos de grandes empresas conscientes de la explotación y del daño que causan. Policías y militares que ordenan cargar contra civiles indefensos. Periodistas que tratan de justificarlos...
Ellos son también enfermos. Defienden su estilo de vida, en muchos casos sin comprender que así están matando al mundo. Pero son los que mantienen y propagan la infección.
El sistema se sostiene firme sobre esta maraña de servidores. Para construir un nuevo edificio hará falta demoler el antiguo; y un edificio no se derriba con suavidad.
Todas las estructuras del poder se alimentan del sistema y están diseñadas para protegerlo. Atacarán implacables a quien intente cambiar las cosas.